Las fibras naturales, en especial la palma, ocupan un lugar esencial dentro de mi práctica como diseñadora, no solo por su valor estético y textil, sino por la profunda carga simbólica y cultural que encierran. Trabajar con estos materiales representa, para mí, un acto de conexión con la tierra, y los ritmos orgánicos de la naturaleza. La palma, con su textura rústica y noble, me permite explorar un lenguaje visual arraigado en lo ancestral. Al incorporarla en mis diseños no es solo una elección formal, sino una postura ética y emocional: crear desde lo que somos, desde lo que hemos sido, honrando los recursos naturales y el conocimiento que los transforma en arte.